Hace unas semanas publicábamos una entrada que, con el título de Las prescripciones potencialmente inapropiadas en ancianos: ¿Un problema irresoluble?, trataba el tema de la deprescripción y las barreras y facilitadores que, desde el punto de vista de los prescriptores, afectaban a este proceso. Entre las barreras que lo dificultan, se encontraba la incertidumbre y el miedo a las consecuencias negativas o desconocidas al suspender el medicamento. La existencia de guías de deprescripción basadas en la evidencia podría ayudar a superar esta barrera. Sin embargo, dado el elevado número de grupos de medicamentos potencialmente inapropiados en ancianos, el establecer prioridades entre ellos se revela como un proceso complejo. ¿Por dónde empezar?
Para intentar dar una respuesta a esa pregunta, hoy traemos un estudio canadiense publicado en la revista PLoS que trata de identificar y priorizar aquellos grupos de medicamentos en los que sería más útil la elaboración de estas guías de deprescripción basadas en la evidencia, empleando para ello una técnica Delphi.
En primer lugar, un grupo formado por 2 médicos de familia y 3 farmacéuticos -todos con experiencia en el tratamiento de pacientes geriátricos-, junto con un sociólogo, llevó a cabo una revisión bibliográfica para identificar y elaborar un listado de medicamentos potencialmente inapropiados en ancianos.
A continuación, este listado fue sometido a la consideración de un panel de 65 expertos formado por profesionales de la medicina (19), la farmacia (36) y la enfermería (10), con experiencia clínica y/o experiencia docente y/o experiencia investigadora relacionadas con el tratamiento farmacológico de pacientes ancianos. Se llevaron a cabo tres rondas, clasificando los medicamentos según el grado de “necesidad” de contar con una guía de deprescripción, su efectividad y su potencial de efectos adversos en ancianos, la disponibilidad de alternativas farmacológicas y la posibilidad de elaborar una guía basada en la evidencia.
Las cinco prioridades identificadas fueron: benzodiacepinas, antipsicóticos atípicos, estatinas, antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la bomba de protones.
Tanto las benzodiacepinas como los antipsicóticos atípicos aparecen en los Criterios de Beers y los participantes en el Delphi destacaron de ambos grupos de medicamentos su potencial de efectos adversos y los síntomas que aparecen al retirarlos.
La selección de las estatinas se debió a varias razones: dudas sobre su efectividad (por ausencia de pacientes ancianos en los ensayos clínicos e inexistencia de objetivos de tratamiento variables según la edad) y aumento de la preocupación por sus efectos adversos y el sobretratamiento en pacientes de bajo riesgo.
La aparición en el ranking de los antidepresivos tricíclicos está relacionada tanto con las dificultades que presenta su retirada, debido a los miedos de los médicos a que aparezcan alteraciones del sueño o del estado de ánimo, junto con el temor que inspiran otros efectos adversos como los cuadros confusionales y las caídas.
Por último, los inhibidores de la bomba de protones aparecen en quinto lugar por su sobreutilización y la dificultad de su retirada debido a la posible reaparición de los síntomas.
Además de esos cinco, el Delphi identificó otros 9 grupos de medicamentos que precisarían de una guía de deprescripción basada en la evidencia, prestando especial atención a:
- Medicamentos cuyo uso prolongado haya sido puesto en cuestión (bifosfonatos, anticonvulsivantes).
- Medicamentos instaurados por especialistas pero cuya continuación depende del médico de familia (betabloqueantes, anticoagulantes, inhibidores de la acetilcolinesterasa).
- Tratamientos sintomáticos con un balance beneficio/riesgo dudoso (anticolinérgicos para la incontinencia urinaria, opioides, inhibidores de la recaptación de serotonina, antipsicóticos típicos).
Muchos de los medicamentos y grupos de medicamentos identificados en el estudio coinciden con los tratados en este Boletín Infac sobre deprescripción, lo que sugiere que sus resultados podrían ser aplicables a nuestro medio. Los adultos, especialmente los ancianos, a menudo presentan pluripatología que conlleva múltiple medicación. Los profesionales sanitarios trabajan en una cultura que promueve el diagnóstico y la prescripción, pero que presta relativamente poca atención a reducir o retirar medicación crónica.
La polimedicación y el sobretratamiento son dos realidades instauradas en nuestra práctica asistencial y las guías de deprescripción basadas en la evidencia podrían ser herramientas muy útiles en la atención a los ancianos, ayudándonos a dar respuesta a los interrogantes que planteábamos en el título de esta entrada: deprescribir, ¿cuándo, qué, cómo y a quién? Así pues, ¿nos ponemos a ello?
Entrada elaborada por Rafael Páez Valle
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