Este verano se cumplirán 13 años desde que vivo y trabajo en Reino Unido. Llegué con un título universitario español debajo del brazo y un trabajo de farmacéutica esperándome en una farmacia comunitaria, el sector al que yo tenía más fácil acceso en aquel entonces. Más adelante, cuando tuve la oportunidad, me introduje en la farmacia hospitalaria y allí estuve unos cuantos años, intentando compatibilizar trabajo, guardias y familia.
Pero en la actualidad, y desde hace 6 años, trabajo como farmacéutica de atención primaria en el condado de Derbyshire.
¿Cómo llegué a ser farmacéutica de atención primaria?
Dos centros de salud de la zona de Derbyshire (uno y dos), después de haber participado durante varios años en un proyecto de integración de un farmacéutico, promovido por el Primary Care Trust (PCT), decidieron unirse para emplear -de forma privada- a un farmacéutico con el dinero ahorrado gracias a la implantación del proyecto, ya que se dieron cuenta de que las ventajas derivadas de su actividad en el centro no eran sólo económicas, sino que también revertía en beneficios para los pacientes y para los propios profesionales del centro.
En ese momento yo trabajaba como farmacéutica de hospital; los directores de esos dos centros de salud me hicieron una oferta laboral y acepté. Para mi este fue un punto de inflexión en mi carrera profesional y en mi vida personal, ya que el nuevo trabajo me permitía llevar a cabo una actividad clínica, con atención directa a los pacientes y en un horario compatible con la vida familiar.
En mis comienzos en ambos centros de salud -cuando el PCT gestionaba los servicios de atención primaria-, mi principal actividad consistía en conciliar la medicación de los pacientes tras un alta hospitalaria o después de acudir a una consulta externa hospitalaria, en caso de que se hubiese producido un cambio en la medicación. Me encargaba de actualizar la historia clínica y de integrar la información en el sistema informático de prescripción; también me ponía en contacto con estos pacientes siempre que los cambios en su tratamiento farmacológico fueran significativos o las condiciones del paciente indicasen que dichos cambios podían comportar un riesgo (pacientes de edad avanzada polimedicados o pacientes con demencia). Muchas veces podía revisarlos por teléfono y en otras ocasiones organizaba una visita, todo con el objetivo de que la transición asistencial fuera segura y eficaz en lo que concierne al tratamiento farmacológico.
En cuanto me familiaricé con esta actividad, comencé a ver pacientes en mi propia consulta, en donde, tras haberlo acordado con los médicos del centro de salud, revisaba áreas específicas del tratamiento de los pacientes, como por ejemplo el inicio del tratamiento con IECA en pacientes diabéticos con proteinuria, la optimización del tratamiento con betabloqueantes e IECA en pacientes con insuficiencia cardiaca o el seguimiento de los pacientes tratados con litio. Igualmente, colaboraba con los servicios comunitarios que asistían a los pacientes del centro de salud en sus domicilios, en la revisión de tratamientos.
También me ocupaba de los pacientes asignados al centro de salud que se encontraban institucionalizados en centros sociosanitarios de pequeño tamaño (menos de 50 plazas), a los que visitaba periódicamente. En las residencias me ocupaba de revisar y optimizar los regímenes farmacoterapéuticos, de que se realizasen las analíticas y las pruebas complementarias necesarias para el seguimiento de los tratamientos farmacológicos, de que la administración de medicamentos se realizase en las condiciones adecuadas y, en general, de poner en marcha estrategias encaminadas a mejorar la seguridad del paciente en lo que respecta al uso de medicamentos. A pesar de que los medicamentos se suministraban desde oficinas de farmacia, me ocupaba de que en las residencias no se desperdiciasen medicamentos y se hiciese un uso juicioso de los mismos. Otras áreas de actuación eran la atención a la fragilidad, la prevención de caídas y la valoración nutricional de los pacientes.
Una actividad importante de la que también me ocupaba, era la de proporcionar información sobre medicamentos, tanto a los profesionales del centro de salud como a los pacientes.
Cambio en la estructura de la atención primaria del NHS
Después de 3 años trabajando en estos dos centros de salud y de que se produjesen muchos cambios en el sistema sanitario británico -entre ellos la desaparición de los PCTs, que fueron reemplazados por los Clinical Comissioning Groups (CCGs), que otorgan la gestión de los servicios de atención primaria a los médicos de familia-, en la actualidad trabajo para el Medicines Management Team (MMT) -el equipo que planifica y lidera la política de medicamentos en la atención primaria del área de Derbyshire-, financiado por el CCG. Este área sanitaria comprende 36 centros de salud y proporciona asistencia sanitaria a una población de 290.000 usuarios, de los cuales yo tengo asignados 6 centros de salud, entre los que se encuentran éste, éste o éste, con 33 médicos que prestan atención sanitaria a población de unos 55.000 usuarios.
Mi puesto se asigna a estos centros de salud a través de acuerdos específicos con cada uno de ellos, por los cuales, dependiendo del número de pacientes que cada uno tiene asignados, se les adjudica un número de horas de actividad del farmacéutico. El tiempo de farmacéutico corre a cargo del presupuesto de cada centro de salud y el tipo de trabajo que desarrollo en cada uno de ellos puede variar en función de las características y prioridades. Las prioridades para cada centro se acuerdan en una reunión anual, en la que se analizan el gasto en medicamentos y los perfiles de prescripción, aunque estas prioridades se revisan constantemente a lo largo del año y se adaptan a las necesidades locales.
El trabajo del farmacéutico está lo más enfocado posible a la realización de entrevistas clínicas con el paciente en las que se revisa su tratamiento. En mi caso, además, tengo la ventaja de poder prescribir y firmar mis propias recetas ya que en el año 2013 obtuve el título de farmacéutico prescriptor independiente, lo que supuso un aumento de responsabilidad, ya que también me ocupo de evaluar al paciente y prescribir en el marco de mis competencias clínicas. He sido la primera farmacéutica de mi equipo en conseguir esta acreditación y ahora me encargo de organizar la actividad de los farmacéuticos que se han unido con posterioridad a este grupo de farmacéuticos prescriptores.
Los siguientes son algunos ejemplos de programas específicos puestos en marcha en mis centros de salud:
- Revisión de pacientes con fibrilación auricular para valorar el riesgo de sufrir un ictus y decidir si deben comenzar con el tratamiento anticoagulante.
- Revisión de pacientes en tratamiento crónico con IBP para valorar su retirada.
- Valoración de la necesidad de iniciar tratamiento con IBP en pacientes con antecedentes de enfermedad gastrointestinal o que estén en tratamiento con AINE de forma continuada.
- Revisión de pacientes en tratamiento con antidepresivos.
- Optimización de terapias inhaladas en pacientes con asma o EPOC.
- Atención a pacientes que necesitan revisión periódica de su medicación en su domicilio.
Como experiencia personal y profesional, esta época en Inglaterra ha sido muy positiva, ya que me ha dado la oportunidad de hacer lo que más me gusta, que es la atención farmacéutica en una consulta para pacientes. El desarrollo de la farmacia de atención primaria que se ha producido en el NHS inglés me ha dado la oportunidad de explorar otras actividades diferentes de la dispensación, como son el asesoramiento y el apoyo al paciente y a su entorno, la optimización de los tratamientos farmacológicos, el seguimiento farmacoterapéutico del paciente, etc. Pero esto es solo un pequeño paso en el largo camino que nos queda por recorrer.
Entrada elaborada por Carmen Villegas Gálvez
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