Recientemente ha sido publicado un excelente artículo en Actualización en Medicina de Familia (AMF), sobre cómo utilizar prudentemente los antidepresivos, medicamentos ampliamente sobreutilizados, quizás debido a su excesiva sobrevaloración en el efecto farmacológico al que hace referencia su denominación.
La lectura del artículo nos hace reflexionar sobre cuestiones claves en el abordaje del tratamiento farmacológico con este grupo de medicamentos.
En primer lugar se nos plantea la cuestión sobre qué es y qué no es un trastorno mental ya que partimos de una situación donde un grupo de expertos mediante consenso llegan a un acuerdo temporal en el que se establece qué criterios operativos determinan qué es un trastorno mental y qué no lo es, así en este marco los antidepresivos se emplean en buena parte de los diagnósticos incluidos en los denominados trastornos mentales comunes que incluyen la depresión, la ansiedad o las somatizaciones. Sin embargo, el número de identificación de trastornos crece continuamente, así en el nuevo y controvertido DSM-V se amplían nuevos diagnósticos clínicos tales como el trastorno disfórico premenstrual, el duelo… por citar algunos de los más polémicos, lo cual conlleva inevitablemente a un sobretratamiento.
En segundo lugar está el problema relacionado con la evidencia disponible sobre la efectividad de estos tratamientos, así a la pregunta que se hacen los autores del artículo sobre ¿qué muestran los ensayos clínicos aleatorizados para demostrar la efectividad de los antidepresivos?, la respuesta es cuanto menos deprimente: poco o nada. No hay una evidencia sólida detrás de los antidepresivos. Como mucho, siendo muy generosos e ignorando numerosas limitaciones metodológicas, se podría concluir según los citados autores, que los antidepresivos tendrían alguna utilidad en la depresión grave, es decir, en un 11% de los enfermos diagnosticados. Son fármacos poco efectivos y además con numerosos efectos secundarios, interacciones , efectos a largo plazo (cronicidad de los síntomas afectivos), aumentado riesgo de suicidio etc… Incluso en algunos estudios como el recientemente publicado por evalmed: “Evaluación GRADE: Ejercicio frente a antidepresivos para el trastorno depresivo mayor: Un ensayo clínico de 4 meses, y un posterior estudio de extensión observacional de 6 meses adicionales”, podemos observar cómo las expectativas de efectividad en depresión mayor tampoco se cumplen satisfactoriamente.
En tercer lugar, se aborda una cuestión clave sobre la necesidad de establecer qué lugar ocuparía la utilización de los antidepresivos en la práctica clínica habitual donde igual sería necesario cambiar la perspectiva de su uso.
Como comentan los autores, “el considerar la etiología de una enfermedad mental como una enfermedad neuroquímica individual minimiza los aspectos psicológicos de la depresión (anhelos personales, deseos frustrados, pérdidas…) y arrasa con los aspectos sociales (injusticias, desigualdad social, opresión, precariedad laboral…)” En este sentido, también sugieren que : “la mayor parte del buen trabajo con los problemas de salud mental tiene que ver y se basa en las relaciones significativas entre los profesionales y los pacientes”.
Por todo ello, sería necesario realizar intervenciones basadas en una metodología de toma de decisiones compartidas, con una información que incluya de forma realista lo que se puede esperar del tratamiento farmacológico y de los efectos adversos, considerando también que al igual que ningún tratamiento farmacológico es para toda la vida, los antidepresivos tampoco deberían serlo. No estaría mal comenzar a plantearnos estrategias de desprescripción dirigidas a aquellos pacientes donde el beneficio con estos fármacos no estaría del todo claramente definido, fármacos por otra parte, cuya denominación: “antidepresivos” hace referencia a un efecto cuanto menos controvertido, pero que a pesar de todo siguen cosechando un gran “éxito” en su utilización.
Autora: Olga Ortiz Rodríguez. Farmacéutica de Atención Primaria.
La autora trabaja actualmente en el Área de Salud Llerena-Zafra. La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene porqué representar la posición de la organización en la que desarrolla su actividad profesional.
El tratamiento de elección debe ser la psicoterapia. Pero las grandes farmacéuticas quieren seguirse forrando, y no lo van a permitir.