El uso de opioides mayores en el tratamiento del dolor crónico no oncológico ha ido incrementando en las últimas décadas en los países industrializados, hasta llegar a acuñar el término epidemia de opioides en países como Estados Unidos. Paralelamente a este incremento de consumo, se han publicado datos de aumento de abuso y de mortalidad debida al uso de opioides, que han conseguido reducirse en los últimos años debido a los programas de control.
A pesar de que la situación en España no es comparable a la de Estados Unidos, el uso de opioides potentes también ha aumentado en la última década. Entre los años 2008 y 2015, las DHD prácticamente se han duplicado, pasando de 7,25 a 13,31. El fármaco que más ha crecido ha sido fentanilo.
Estudios recientes apuntan que con cada día adicional de uso de opioides, se incrementa la probabilidad de cronificar el tratamiento, siendo mayor a partir de los cinco días de uso. Un estudio realizado en tres gerencias de Atención Primaria de Cataluña, que dan cobertura de 596.000 pacientes, analizó si el uso de fentanilo transdérmico tendía a cronificarse y cuál era el perfil de los pacientes que consumían opioides.
Se seleccionaron los pacientes que habían retirado de la oficina de la farmacia fentanilo transdérmico en seis meses consecutivos, excluyendo a los que tenían una patología oncológica, los que fueron éxitus o aquellos que fueron trasladados y no se pudo completar el seguimiento.
Se dispensó fentanilo transdérmico a 917 pacientes, de los que se seleccionó una muestra aleatoria de 222 y se analizó la información de 171 pacientes que cumplieron los criterios de inclusión. El perfil de los pacientes de nuestro medio que usan fentanilo para el dolor crónico no oncológico es el de mujeres de edad avanzada y en la mitad de los casos presentan ansiedad y/o depresión. La indicación principal para la que había sido prescrito el uso de fentanilo fue la artrosis y los pacientes recibían de forma concomitante otros analgésicos (69,2%), ansiolíticos (55,6%) o antidepresivos (46,2%).
Al analizar la duración de los tratamientos, se observó que el uso de fentanilo transdérmico tiende a cronificarse. En un 91,2% de pacientes se mantenía al año del tratamiento y en el 27,5% incluso a los cinco años. El número de meses de tratamientos durante los últimos cinco años, fue de 36,5 meses (DE: 19,6) y el promedio de envases recogidos en los últimos 3 meses de tratamiento fue de 6,9 envases/pacientes (DE: 2,1).
Se recomienda precaución en las prescripciones superiores a una semana y en la renovación de tratamientos. Cabe destacar que los ensayos controlados que evalúan el uso de opioides potentes en dolor no oncológico son de corta duración (generalmente inferior a 16 semanas) y con una tasa de abandonos alta y variable, por lo tanto disponemos de muy poca evidencia sobre la utilidad y seguridad de estos tratamientos a largo plazo.
Entrada elaborada por Noemí Villén Romero, farmacéutica de atención primaria, basada en la comunicación “Cronificación de los tratamientos con fentanilo transdérmico en el dolor no oncológico” de R. Madridejos Mora, A Pellicer Jacomet, E. Clot Silla y N. Villén Romero.
La autora trabaja actualmente en el Àrea de Suport al Medicament i Servei de Farmàcia (Àmbit d’Atenció Primària de Barcelona Ciutat) del Institut Català de la Salut. La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene porqué representar la posición de la organización en la que desarrolla su actividad profesional.
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Abordar el dolor es complicado y gestionar la retirada de soluciones que funcionan no siempre es fàcil de entender por el usuario. Existe guia o protocolo para la retirada gradual de parches de opioides? Puede la farmacia comuniataria ser un punto de apoyo a esta palanca?
Saludos!
El ritmo de reducción de dosis ha de ser individualizado para cada paciente en función de la respuesta. No hay pautas específicas de retirada de fentanilo en parches, sino que se seguiría el mismo ritmo que para cualquier opioide.
De forma general se recomienda la disminución de un 5-10% de la dosis diaria cada 1 o 4 semanas. Una vez se llega a un tercio de la dosis original, podría ser adecuado ralentizar el ritmo de retirada a la mitad.
El ritmo de retirada podría ser más rápido en determinados pacientes que lo toleran, llegando a suspender el tratamiento a las 6-8 semanas, pero también se podrían plantear ritmos mucho más lentos, como en aquellos pacientes que no lo toleren, que presenten dependencia o comorbilidades cardiorrespiratorias, entre otras.