La demencia es un síndrome devastador que se presenta habitualmente mediante una pérdida progresiva de la memoria, del razonamiento, del lenguaje y de las funciones ejecutivas de la vida diaria.
Según la GuÍa de tratamiento integral de las demencias, publicada en 2011, la prevalencia en España se sitúa, según los estudios, entre el 5 y el 14,9% en mayores de 65 años y en 2017 se calcula que existen en torno a 800.000 casos de demencia que pueden llegar a ser el doble hacia 2050. La demencia más prevalente es la enfermedad de Alzheimer (50%-70%), seguida de la demencia vascular.
Actualmente no existe una curación para la demencia ni existen tratamientos que consigan parar o revertir la progresión de la enfermedad. El tratamiento farmacológico tiene como objetivo únicamente tratar algunos síntomas o mejorar ciertas funciones cognitivas.
A pesar de que la mayor parte del coste del cuidado del enfermo con demencia corre a cargo de sus familias (87% del coste total), el coste gastado en los medicamentos tampoco es desdeñable para el sistema sanitario y está en continuo aumento.
Los medicamentos específicos para el tratamiento de la demencia tipo Alzheimer pertenecen a dos grupos farmacológicos: los inhibidores de la acetilcolinesterasa (donepezil, galantamina y rivastigmina) y el antagonista de los receptores de la NMDA (memantina). La gran mayoría de estudios demuestran una efectividad marginal a pesar de que casi todos están esponsorizados por los laboratorios investigadores.
Los tres IACE presentan una eficacia similar y existe evidencia de que casi desaparece al cabo de 1-2 años de tratamiento. No están libres tampoco de efectos adversos siendo los gastrointestinales los más frecuentes. La memantina por su parte puede ofrecer ligeros beneficios en pacientes con enfermedad de Alzheimer grave que desaparecen casi totalmente tras unos 6 meses de tratamiento.
A modo de ejemplo, presentamos algunos datos:
- Según el Informe de Evaluación de Tecnologías Sanitarias: Nº EKU 12-03 “En el País Vasco, el gasto farmacéutico asociado a estos fármacos ha aumentado en más de un 56%, pasando de 11,5 millones de euros en 2006 a 18,1 millones en 2011.
- En la Comunidad de Madrid el coste pasó de 8,2 millones de euros en 2002 a 47,6 millones en 2012, multiplicándose por 5,7.
- En Catalunya, en 2016, el gasto total en estos fármacos ha alcanzado una cifra superior a los 32 millones de euros (datos ofrecidos por Catsalut) lo que supone un 2,3% del gasto total en fármacos dispensados en farmacia (vía receta).
La primera indicación y prescripción de los tratamientos del Alzheimer debe realizarse por un neurólogo lo que a veces dificulta el seguimiento para el médico de familia. Sin embargo, existen actuaciones a realizar desde la Atención Primaria que podrían aportar beneficios a los pacientes muy por encima de los tratamientos farmacológicos.
A finales de 2013 la OMS junto al G8 publicaron una declaración en la Cumbre sobre la demencia en la que se reconocía a la demencia como una prioridad de salud pública. Aunque la edad es el factor de riesgo más importante algunos estudios han demostrado relación entre el deterioro cognitivo y algunos factores como son la inactividad física y cognitiva, la obesidad, etc
La sociedad de neurología propone 6 medidas:
1- Actividad física
2- Actividad social
3- Actividad mental
4- Prevención del riesgo cardiovascular
5- Una buena alimentación
6- Fomentar la reserva motivacional
Y desde nuestro blog, como farmacéuticos de Atención Primaria proponemos añadir:
7- Revisar y no utilizar de forma crónica innecesariamente fármacos como los inhibidores de la bomba de protones, las benzodiazepinas y sobre todo los fármacos con actividad anticolinérgica. Todos ellos se han relacionado con un deterioro de la función cognitiva a largo plazo.
Por último, una vez iniciada la prescripción de los fármacos específicos debe evaluarse su beneficio clínico de forma periódica y plantearse la retirada si no se obtiene el beneficio esperado. La retirada debe hacerse de forma escalonada y en común acuerdo con la familia y el resto de profesionales que atienden al paciente. Para ayudar en la labor de desprescripción os dirigimos a una entrada publicada en este blog que puede ser de utilidad.
España es el primer consumidor de fármacos específicos para el Alzheimer según el informe International Comparison of Medicines Usage. ¿Debemos seguir gastando tanto dinero en unos medicamentos de efectividad tan limitada?
Entrada elaborada por Rosa Madridejos Mora. Farmacéutica de Atención Primaria.
El autor trabaja actualmente en el Servicio de Farmacia Mútua Terrassa. La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene porqué representar la posición de la organización en la que desarrolla su actividad profesional
Dice Juan Gervás que nada de lo que «funciona» en el Alzheimer entra en la Seguridad Social. Y realmente es así, por eso el uso de los fámacos antidemencia tienen tanto éxito: sirven para acallar conciencias porque lo que realmente se necesita no podemos o no sabemos darlo ni como individuos ni como profesionales ni como sociedad.
Por otro lado:
– me temo que se utilizan indistintamente en muchos tipos de demencia, aunque rigurosamente solo están indicados en Alzheimer, que supone el 60-70% de las degnerativas primarias. Bien es cierto es que los diagnósticos suelen ser imprecisos, de forma que las denominan «demencia mixta», «degenerativa primaria», «tipo, alzheimer»…
– Se asocian con frecuencia con otros fármacos como neurolépticos. Nada más aberrante que usarlos para limitar la evolución del deterioro cognitivo, mientras al mismo tiempo lo aceleramos con estos.
De hecho, las personas con demencia o simplemente con deterioro cognitivo tienen un alto riesgo de ser institucionalizados. Tengo en mi poder el escrito de una directora del geriátrico (que no tiene médico) donde estuvo un familiar mío, pidiendo amparo a sus superiores (no médicos) porque el señor no tenía «medicación para la demencia». Obviamente no se refería a la memantina ni a la rivastigmina. Así es quí el nivel.
Redirigir los fondos públicos que se utilizan para el tratamiento farmacológico de forma absurda o ilegal (ej. contenciones químicas) de las personas con demencia hacia otras estrategias que «funcionen» y -sobre todo- que dignifiquen y aporten realmente calidad de vida al enfermo y su entorno es algo para lo que nuestra sociedad creo que no está preparada, ya que requeriría de una adecuada coordinación de los recursos sanitarios y sociales que ahora mismo creo que es ciencia-ficción.