Encarnación Cruz Martos empezó a trabajar como farmacéutica de atención primaria (FAP) en el año 1987, en la Comunidad de Madrid. En ese momento, el uso racional del medicamento y la medicina basada en la evidencia eran entes abstractos a los que había que concretar y dar vida a través acciones concretas. Desde entonces, fue asumiendo cargos de mayor responsabilidad como la Subdirección de Farmacia y Productos Sanitarios de la Comunidad de Madrid y en la actualidad lidera la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia.
Hemos tenido el placer de mantener una conversación con ella en la que nos ha trasladado su percepción del futuro del sistema (socio-)sanitario, en general, y del FAP en particular.
Siendo una de las primeras FAP de nuestro país, ¿en qué se parece y diferencia el FAP actual del de los inicios?
La evolución del Farmacéutico de Atención Primaria ha sido paralela a la de la asistencia sanitaria en nuestro país y eso es una buena noticia pues pone de manifiesto la capacidad de adaptación de una profesión y un ámbito de competencia que ha sabido, sin perder su núcleo central de conocimientos, adaptarse a una situación que ha evolucionado tanto por las características sociodemográficas de la población, como por los avances tecnológicos y los propios avances de los sistemas sanitarios. Así en un primer lugar el farmacéutico actuaba fundamentalmente como consultor de los profesionales sanitarios en relación a la utilización de medicamentos y al establecimiento de criterios generales de Uso Racional de Medicamentos. Era necesario poner en valor criterios ahora tan bien asentados como la seguridad, eficacia y eficiencia. Más adelante se incorporó a los equipos directivos de las estructuras de atención primaria, añadiendo a estas funciones las labores de apoyo en la realización de estudios de utilización de medicamentos, establecimiento de indicadores de calidad de la prescripción, participación en contratos de gestión, etc….y ahora vivimos un momento ilusionante en el que el acercamiento a los pacientes y la necesidad de evaluar resultados en salud nos vuelven a poner delante de nuevos retos.
Ya que has sido testigo de la evolución que hemos tenido en nuestras funciones, ¿cuáles crees que serán las principales áreas de actividad del FAP en el futuro?
En primer lugar hay que señalar que hay áreas de conocimiento consolidadas que no se deben abandonar, dicho esto, hay otras áreas que se deberán potenciar como la integración en el equipo multidisciplinar al cuidado del paciente.
Como ya he dicho anteriormente, necesitamos adecuarnos a la realidad asistencial que nos rodea y el reto futuro de la sanidad es el envejecimiento. En la actualidad un 17% de la población española tiene más de 65 años, cifra que se doblará en 2050 con más de un 36%. Siendo esto importante considero sin embargo que hay otro dato que va a condicionar más el ámbito sanitario y es el porcentaje de mayores de 85 años que pasará de un 2,5% a un 9%, es decir, casi se va a cuadruplicar. Y esta población muy mayor es la que acumula la mayor parte de la discapacidad y por lo tanto la que va a condicionar la necesidad de establecer mecanismos de colaboración y coordinación entre los sistemas social y sanitario. A este escenario no puede ser ajeno el ámbito de los medicamentos, en una población como la nuestra con un alto nivel de utilización que se concentra además en los mayores.
En este sentido es vital la colaboración de profesionales de todos los ámbitos, liderada desde la atención primaria como eje de la asistencia sanitaria, y en el que cada profesional aporte valor al cuidado del paciente. Aspectos de tanta relevancia y repercusión en la salud del paciente como la revisión de los tratamientos y la conciliación de la medicación cobran especial relevancia.
Esas áreas deben acompañarse de una formación adecuada. Actualmente está anulada la especialidad que se creó de Farmacia Hospitalaria y de Atención Primaria que permitía que los profesionales que se incorporaran a la farmacia de Atención Primaria tuvieran una formación reglada en este campo. ¿Crees que es necesario este tipo de formación?
Siempre he defendido la necesidad de una formación especializada para los farmacéuticos de Atención Primaria, y esta creencia se ha mantenido independientemente de los puestos de responsabilidad que he desarrollado.
Ciertamente, contamos en la actualidad con perfiles profesionales variados que están desarrollando el trabajo de farmacéutico de atención primaria, pero también es cierto que estos profesionales necesitan una formación específica para poder desarrollar adecuadamente sus tareas en este ámbito asistencial. Como esta formación no existe de forma reglada, lo que sucede, en la práctica, es que los primeros años de actividad profesional se dedican a adquirir estos conocimientos y habilidades. Con una formación especializada en el ámbito de la atención primaria, esta situación mejoraría y se dispondría desde el primer día del profesional que está demandando el sistema sanitario.
La anulación del Real Decreto que regulaba la especialidad de Farmacia Hospitalaria y de Atención Primaria ha supuesto un retraso en la puesta en marcha de la especialidad, pero no una vuelta a la casilla de salida. Tanto las Comunidades Autónomas como el propio Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad han manifestado el objetivo de publicar en decretos específicos las diferentes especialidades incluidas en el mencionado Real Decreto.
En Reino Unido tras la demostración de la utilidad del trabajo de los FAP, se ha incrementado el número de FAP dentro de los centros de salud, ¿crees que esa puede ser la tendencia a seguir en España?
Como es lógico, si estamos demandando una mayor actuación del farmacéutico en los cuidados de salud esto debe ir acompañado de una mayor dotación de recursos humanos. A veces esto es difícil porque nos encontramos en un marco de limitaciones presupuestarias; un reto es demostrar que, además, todas estas actuaciones son coste/efectivas y redundarán no sólo en una adecuada atención a los pacientes sino también en una disminución del uso de los recursos sanitarios y una mayor eficiencia del sistema. La mejora de la calidad y de la eficiencia desde luego no tiene sólo que ver con la retirada de tratamientos innecesarios sino también con un aumento de la seguridad del paciente por la disminución de la iatrogenia tan íntimamente ligada al uso de los medicamentos.
El ámbito de competencias del farmacéutico no se limita al centro de salud, como he dicho anteriormente también hay mucho que hacer en el ámbito sociosanitario; algo que también tienen claro en el Reino Unido que acaban de contratar 180 farmacéuticos para este ámbito.
Como has comentado antes, uno de los mayores retos del SNS es el tratamiento de la multimorbilidad de los pacientes de forma sostenible, ¿Qué maneras tiene tu Dirección General de afrontar este desafío?
Realmente la respuesta a esta pregunta está implícita en la respuesta a las anteriores. Desde la Dirección General vamos a promover actividades enfocadas a superar los retos sanitarios que tenemos por delante. Un ejemplo de ello es la priorización de actividades a financiar con los fondos destinados a las Comunidades Autónomas previstos en la Disposición adicional sexta del Real Decreto Legislativo 1/2015, para actividades de uso racional de medicamentos. Para este año los fondos han priorizado los programas de mejora de la revisión de los tratamientos farmacológicos, conciliación y adherencia terapéutica en pacientes crónicos y polimedicados.
A pesar de que ya tenías mucha relación con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en el puesto que desempeñabas anteriormente, en el tiempo que llevas como DG ¿has descubierto perspectivas diferentes a las que tenías desde fuera?
Realmente, lo que he podido comprobar es la necesidad de tener un Sistema de Salud que esté cohesionado y que comparta objetivos. Ese ha sido uno de los motores que ha guiado mis primeros meses de trabajo, potenciando el desarrollo de los órganos de participación de las Comunidades Autónomas, como la Comisión Interministerial de Precios y la Comisión Permanente de Farmacia.
Hace unos meses, en un encuentro celebrado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander, comentaste que desde el ministerio ibais a agilizar los procesos de financiación, ¿puedes contarnos las medidas que estáis valorando aplicar?
Efectivamente este pasado verano se produjo una modificación en la composición de la CIPM y al hilo de la misma se han introducido algunas novedades como las siguientes:
- Mayor participación de las CCAA, que pasan de cuatro a seis representantes.
- Mayor periodicidad de las reuniones, intentando que sean mensuales.
- Instauración de un procedimiento más ágil para la toma de decisiones. Ello se consigue adecuando los tiempos de negociación con los laboratorios y disminuyendo el tiempo hasta la emisión de Resolución.
- Avanzando en la gestión de los acuerdos de sostenibilidad (techos de gasto, precio por volumen, capping, etc) a fin de minorar la incertidumbre asociada a los primeros años de comercialización de la innovación terapéutica, siendo necesario que al vencimiento de tales acuerdos se produzcan revisiones del precio financiado de modo que se salvaguarden los principios de sostenibilidad y de entrada a la innovación.
- Mayor transparencia del resultado de los acuerdos, sobre todo en lo referente a nuevos principios activos y nuevas indicaciones sometidas a la CIPM.
Muchas gracias por habernos dedicado este tiempo y compartir con nosotros tu visión de los FAP y algunas de las líneas de trabajo de la Dirección General.
Entrevista realizada por la Junta permanente de la SEFAP