En el sistema sanitario actual, el resultado de la atención al paciente es la suma del trabajo de muchos profesionales. Conseguir que este resultado sea óptimo, exige que estos profesionales intercambien información y cada uno aporte su experiencia y conocimiento , es decir, hace necesaria la COLABORACIÓN.
La receta (electrónica o en cualquiera de sus formas) no es más que otra herramienta del sistema para proveer al paciente de un resultado: la obtención de sus fármacos en la dosis, pauta y momento adecuado. Su importancia en la seguridad del paciente nos obliga a colaborar entre todos los profesionales (médicos, farmacéuticos de atención primaria (FAP), farmacéuticos comunitarios…) para que el resultado sea el deseado. Esta colaboración tomará la forma que mejor se adapte al funcionamiento de los agentes implicados, y debe dar respuesta a las necesidades que se detecten.
Por ejemplo, tras la introducción de la receta electrónica en el área de Valladolid Este, se identificaron una serie de problemas debidos a la falta de comunicación directa entre los médicos de familia y los farmacéuticos comunitarios, fundamentalmente en los centros urbanos. Este hecho comprometía la eficacia en las dispensaciones y la seguridad de los pacientes y generaba malentendidos entre profesionales al tener al paciente como transmisor de la información. Para solucionar estos problemas se inició una experiencia piloto coordinada por los FAP, a fin de establecer un circuito de comunicación eficaz.
El SFAP y el COF de Valladolid, diseñaron un sistema para la resolución de incidencias que no permitían la dispensación, pero que tampoco requerían una consulta presencial con el médico de familia.
Se seleccionaron dos centros piloto y se acordó el sistema de envío de acuerdo con las indicaciones de los médicos de los equipos. Tras comprobar el adecuado funcionamiento del sistema se extendió progresivamente a otras zonas básicas de la provincia. Le experiencia piloto fue valorada de forma altamente positiva tanto por los médicos de familia, como por los farmacéuticos comunitarios y por los pacientes. El promedio de incidencias enviadas fue de 21,44 cada mes por farmacia.
Las incidencias se distribuyeron de la siguiente manera: cierre de ventana de dispensación: 92%, posologías erróneas: 7%, otros: 1%.
Los problemas no resueltos son excepcionales, se evitan desplazamientos innecesarios de los pacientes a los centros de salud y se reduce el tiempo dedicado por el médico a la resolución de este tipo de incidencias.
Otro ejemplo, es la colaboración entre el SFAP de la Gerencia de Atención Primaria de Burgos y el Centro de Información de Medicamentos (CIM) del COF de esta provincia para resolver errores de dispensación que se producen en la oficina de farmacia (OF). Cuando la OF detecta que ha dispensado una dosis, fármaco, forma farmacéutica o vía de administración distinta de la prescrita se lo comunica al CIM del COF. El CIM valora si el error puede suponer un problema de seguridad para el paciente y si es así, lo comunica al SFAP. El FAP, tras valorar el tratamiento registrado en su historia farmacoterapéutica, se pone en contacto con el paciente para advertirle del error. Mediante una entrevista clínica telefónica valora si conoce su medicación, si ha iniciado tratamiento con el fármaco erróneo y las posibles consecuencias clínicas derivadas del mismo. También le da información para que acuda a la OF a recoger el fármaco correcto. El circuito se cierra informando al CIM de la localización del paciente y la resolución del error. Si el paciente ha tomado el fármaco erróneo y este hecho puede suponer un problema para el paciente, el FAP se pone en contacto con el médico de familia o pediatra para informarle de lo sucedido.
Este circuito se estableció en el año 2012 y hasta julio de 2017 se han registrado 125 notificaciones. Por grupos de edad, 4 (3,2%) fueron en lactantes (0-24 meses), 8 (6,4%) en niños (2 a 13 años), 87 (69,6%) en adultos (14 a 74 años) y 26 (20,8%) ancianos (>75 años).
El error más frecuente fue dispensación de dosis incorrecta por exceso: 67 (53,6%), seguido de dosis incorrecta por defecto: 31 (24,8%), medicamento incorrecto: 19 (15,2%), error en forma farmacéutica: 6 (4,8%) y error en vía de administración: 2 (1,6%).
No se pudo localizar a 7 pacientes. De los 118 localizados, 14 habían iniciado el tratamiento erróneo.
Se valoró la severidad del error según la National Coordinating Council for Medication Error Reporting and Prevention: 105 fueron tipo C (llegaron al paciente sin lesión), 10 tipo D (llegaron al paciente sin lesión, pero precisó monitorización por su médico) y 3 tipo E (llegaron al paciente con lesión temporal y precisó intervención de su médico).
Todas las personas nos equivocamos, de eso no cabe duda. Experiencias como éstas ponen de manifiesto que sea quien sea el que se equivoca, el fin último es solventar el error lo antes posible y poner en marcha las medidas para evitar que se vuelvan a producir.
La seguridad en el uso de los medicamentos es un aspecto fundamental de la asistencia sanitaria, y más aún, si tenemos en cuenta que la prescripción de un medicamento es la estrategia terapéutica más utilizada actualmente por los servicios sanitarios. El FAP debe involucrarse por lo tanto en la prevención, diagnóstico y en el tratamiento de los errores de medicación.
Estos circuitos se presentaron en el X Congreso Nacional de Atención Farmacéutica, bajo el lema “Del servicio profesional a la continuidad asistencial”. Ambas comunicaciones resultaron premiadas a mejor comunicación de Castilla y León y premio del jurado popular respectivamente, lo que demuestra que además de eficaz para el paciente, ¡gusta a los profesionales!
Entrada elaborada por las farmacéuticas de Atención Primaria: Sara Barbadillo Villanueva, M. Carmen Marquina Verde, Ana Prado Prieto y Ana María Ruiz San Pedro.
Ana Prado Prieto Y Ana María Ruiz San Pedro trabajan actualmente en el Servicio de Farmacia de Atención Primaria de la Gerencia de Valladolid Este y Sara Barbadillo Villanueva y M. Carmen Marquina Verde en la Gerencia de Burgos. La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene porqué representar la posición de la organización en la que desarrollan su actividad profesional.