Los Programas de Optimización de Antibióticos (PROA) surgen en el ámbito hospitalario ante la necesidad de impulsar el control del uso de los antimicrobianos ante el incremento de las resistencias.
El hecho de que alrededor del 80% del consumo de antibióticos se produzca en la atención primaria hace que sea necesario implantar dichas estrategias en este ámbito. Los PROA no dejan de ser una forma de nombrar, en el ámbito del antibiótico, aquello que justificó en su día la aparición de los farmacéuticos de atención primaria (FAP), fomentar el uso racional del medicamento.
Los FAP tenemos las competencias para liderar estos proyectos pero es un camino que no debemos realizar en solitario. Necesariamente ha de convertirse en un proyecto multidisciplinar, por lo que el primer paso debe ser generar complicidades con el resto de profesionales y formar un grupo de trabajo PROA. En nuestro caso ha sido fundamental la participación de médicos de familia, pediatras, internistas y microbiólogos donde cada profesional aporta sus conocimientos y su visión del proyecto. La participación de algún miembro del equipo en la comisión de infecciosas de la entidad también facilita la comunicación y el desarrollo de las intervenciones.
El primer encargo del grupo de trabajo debe ser la elaboración de unas recomendaciones locales, tanto para adultos como para pediatría. Actualmente existen varias guías PROA publicadas en España que pueden servir de base para empezar la tarea, pero el objetivo final debe ser trabajar con el grupo multidisciplinar para adaptarlas al entorno en el que trabajas en función de la microbiología local y revisarlas periódicamente para mantenerlas actualizadas. Una buena base podría ser las de nuestros compañeros de Aljarafe que llevan años trabajando en el PIRASOA.
Posteriormente, con las recomendaciones establecidas es el momento de planificar las estrategias de mejora empezando por dar a conocer el proyecto. Para ello, se puede empezar con iniciativas sencillas tales como pegar carteles en los centros de salud o realizar sesiones clínicas explicando la situación del centro de atención primaria en cuanto a consumo y resistencias microbiológicas.
Las sesiones clínicas favorecen el debate entre los distintos profesionales y se debería hacer especial hincapié en aquellos tratamientos en los que haya controversia o en los que haciendo un análisis previo de los datos se vea que hay margen de mejora. Buscar uno o dos objetivos muy concretos (disminuir la utilización de antibióticos de amplio espectro, por ejemplo) ayuda a transmitir el mensaje y a que sea aceptado con más facilidad. En nuestro caso utilizamos un programa que permitía realizar sesiones interactivas mediante casos clínicos, esta modalidad atraía la atención de los participantes y facilitaba su participación. Los casos clínicos fueron realizados por el grupo de trabajo e incluyeron aspectos tanto de indicación, diagnóstico como de tratamiento.
Las DHD de consumo de antibióticos son el indicador básico a monitorizar puesto que además permite realizar comparaciones con otros países. A partir de ahí y en función de los recursos se debe intentar construir una batería de indicadores lo más completa posible: DHD de consumo de cada antibiótico individual y porcentaje de pacientes tratados con antibióticos. Si es posible, en un nivel avanzado, son útiles los indicadores que muestran los tratamientos según patologías más frecuentes (faringoamigdalitis, otitis, etc). Lo ideal es realizar un seguimiento trimestral de los indicadores, pudiendo hacerlo semestral o anual en función de los recursos. Lo importante, como en todas las estrategias de mejora que se realizan en Atención Primaria, es ofrecer indicadores individualizados de calidad para cada médico.
Así mismo, en colaboración con el servicio de microbiología se debe realizar un seguimiento de las resistencias locales. Todo PROA debe tener como objetivo final la mejora de dichas tasas.
Finalmente y siempre que no estén disponibles se debe facilitar la introducción de herramientas para mejorar el diagnóstico como los test de diagnóstico rápido del estreptococo beta hemolítico. El servicio de microbiología debe ser el responsable de revisar las nuevas técnicas colaborando con los FAP en su implantación.
Los PROA deben ser un proyecto vivo, cada año hay que analizar el camino recorrido y planificar nuevas estrategias. Tenemos mucho camino por delante para conseguir que la utilización de antibióticos y las tasas de resistencia desciendan a niveles de países como Suecia u Holanda. Los FAP podemos liderar los PROA de Atención Primaria actuando como coordinadores y facilitadores de las estrategias de mejora.
Y si necesitáis más motivos para liderar un PROA en vuestro centro de atención primaria, os invitamos a seguir leyendo, recordando lo que veníamos diciendo ya en 2015 en el post: Año 2050… ¿¿¿Y dices que antes los antibióticos eran eficaces???
Entrada elaborada por Pablo March, Farmacéutico de Atención Primaria de la Mutua de Terrassa, ganador del premio Sefap a la investigación de este 2018 por su PROA liderado por FAPs desde la atención primaria. Miembro del grupo de antibióticos Sefap.
La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene porqué representar la posición de la organización en la que desarrolla su actividad profesional.