La incidencia de malformaciones congénitas mayores en los recién nacidos se estima en torno al 3%, de las cuales alrededor de un 5% estarían relacionadas con el uso indebido de fármacos. Por tanto, es necesario revisar los tratamientos de la mujer de forma previa al embarazo, además de transmitir a la madre que una enfermedad crónica no tratada o mal tratada puede poner en riesgo su salud y la de su bebé.
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