En esta entrada os proponemos una reflexión sobre el impacto de las redes sociales en la utilización de medicamentos.
El fenómeno de las influencers, su capacidad de marcar tendencia e inducir cambios de hábitos de consumo ha llegado al mundo de los medicamentos y de la farmacia. Una de las grandes influencers, Kim Kardashian (casi 150 millones de seguidores en su perfil de Instagram), publicó en 2015 estando embarazada, un post realzando los beneficios de un medicamento similar a Cariban® que contenía doxilamina y piridoxina (Diclegis®). Kardashian recibió 450.000€ por el post pero el laboratorio recuperó rápidamente la inversión con un incremento del 21% de las ventas de este medicamento. Tras la publicación, la FDA advirtió al laboratorio sobre los efectos adversos que Kardashian había omitido en su post. Posteriormente, en 2017, la influencer promovió de nuevo el uso de éste medicamento en la red social pero esta vez incluyó además información sobre su seguridad.
Esta actividad promocional a través de redes sociales está en alza y otras influencers como Louise Roe, una blogger de moda americana (700.000 seguidores) que padece psoriasis está en una “paid partnership” con Celgene, laboratorio responsable de la comercialización de apremilast (Otezla®).
La lista de influencers, ya sean profesionales sanitarios o no, promoviendo el uso de determinadas marcas sanitarias o laboratorios farmacéuticos es larga. Recientemente, en España la promoción de Eridrosis® (toallitas de eritromicina) para mejorar el acné, por parte de una influencer con más de 1,2 millones de seguidores en instagram, ha tenido una gran repercusión mediática y ha sido denunciado por varios profesionales sanitarios. En las publicaciones y videos en las redes sociales realizadas por las influencers locales se ha emulado este medicamento como producto cosmético obviando que se trata de un antibiótico, que necesita receta para su dispensación y que la mayoría de guías de tratamiento del acné no lo recomiendan por su escasa eficacia en monoterapia y por el problema de resistencias a antibióticos que genera. En nuestro entorno, este caso no está aislado.
Eritromicina para el acné, mupirocina para los piercings, clorhexidina para no tener que lavarse los dientes, lidocaína tópica al 5% para para la depilación láser, benzodiacepinas para dormir, etc… Estos son algunos de los ejemplos que el farmacéutico Guillermo Martín Melga recoge en su cuenta de Twitter @farmaenfurecida denunciando la desinformación que se genera sobre los medicamentos en las redes sociales. Vale la pena seguir su cuenta para estar al día de lo que se cuece en las redes y qué mensajes se transmiten, que frecuentemente distan del uso prudente de los medicamentos.
A diferencia de otros países como Estados Unidos y Nueva Zelanda, en nuestro entorno, la publicidad y promoción de medicamentos únicamente está permitida para aquellos medicamentos que no sean estupefacientes, que no requieran receta y que no estén financiados por el sistema sanitario público. La última guía para la publicidad de medicamentos de uso humano dirigida al público del Ministerio de Sanidad publicada el pasado mes de junio se ha adaptado al entorno digital y especialmente a las redes sociales como nuevos canales de publicidad. Sin embargo, está únicamente enfocada en favorecer las actuaciones tanto de la industria farmacéutica, como de la administración sanitaria armonizando la interpretación de la normativa vigente actual en materia de publicidad.
Extracto de las prohibiciones en cuanto a la publicidad de un medicamento destinado al público:
En los casos detectados en nuestro entorno, las recomendaciones de las influencers se realizan a nivel personal, sin retribución económica, pero en todo caso hay que tener encuentra que se está vulnerando el marco normativo bien por la promoción de un medicamento que requiere receta para su dispensación o simplemente por la incitación al consumo de medicamentos debido a su popularidad.
Los riesgos de la promoción del mal uso de medicamentos por parte de personajes de las redes sociales son considerables. Al fin y al cabo, se trata de personas sin formación sanitaria que recomienda medicamentos en base al “a mí me funciona” ignorando por completo los riesgos e implicaciones del mal uso de medicamentos.
Por otro lado, no podemos obviar que cada vez pasamos más tiempo en las redes sociales y los datos más recientes muestran que pasamos 2h 15 minutos enganchados a ellas o lo que es lo mismo, un séptimo del tiempo que pasamos despiertos. Ante este panorama, el potencial impacto que tienen y a la espera de que se puedan regular este tipo de situaciones, no queda otra que estimular entre los pacientes la reflexión crítica sobre la información que reciben y animarles a dirigirse a profesionales o cuentas de las redes sociales que ofrezcan información de calidad, veraz y contrastada. Por tanto, mejor qué “Patients, Drugs & Influencers”, “Patients, Drugs & Health Professionals”.
Entrada elaborada por Laia Robert Sabaté y Laura Diego Farmacéuticas Centre d’Informació de Medicaments i Productes Sanitaris. CedimCat.
La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene porqué representar la posición de la organización en la que desarrolla su actividad profesional.
Muchas gracias Laia y Laura por esta entrada. Reflexión muy necesaria.
¡Saludos!
Gracias Vanesa por encontrar la reflexión necesaria. Importante saber quienes son los profesionales de referencia, sobretodo en uso adecuado y seguro de medicamentos.
Comité editorial