Venimos de cerrar el 18 Congreso Nacional de la SEFAP, celebrado del 16 al 18 de octubre en Palma de Mallorca. El de la mayoría de edad. Creímos por ello que era un buen momento para la reflexión y el análisis de la evolución de la figura del farmacéutico de atención primaria (FAP).
Si bien el FAP puede tener diferentes características y funciones en las distintas CCAA, la gran mayoría nacimos con una serie de funciones que llamamos “tradicionales”. Entre otras, la de ser referentes y soporte de otros profesionales sanitarios en la gestión de la información objetiva de medicamentos. No menos importante, la evaluación del uso que de los fármacos se hace y el diseño e implementación de estrategias para fomentar su eficiencia y seguridad. Éramos (y somos en nuestra mayoría) FAP de un Área, de un Distrito, de un Sector… y en menor proporción de un Centro de Salud. Es decir, nuestras actuaciones se dirigían y dirigen hacia un alto número de profesionales y tienen, generalmente, un impacto en la clínica a nivel poblacional. Hoy nuestra profesión está asentada, nuestro perfil profesional reconocido en los servicios de salud y sus funciones recogidas en la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios. Por estos motivos, aprovechando las oportunidades que también nos ofrecen las nuevas tecnologías de la información y comunicación, estamos obligados a abordar los retos que tenemos planteados para lograr un uso prudente de los medicamentos: cronicidad, polifarmacia, reacciones adversas, continuidad asistencial, eficiencia, etc.
Por todo lo anterior “De la gestión a la clínica” fue el lema elegido para el congreso: hemos profundizado mirando al futuro en las funciones tradicionales del FAP (que no hay que dejar de lado), así como en el camino a seguir hacia un perfil más clínico e integrado en el equipo asistencial. El lema ha sido el hilo conductor de un programa científico que ha pretendido ser formativo, crítico y participativo.
En los talleres precongresuales se trataron temas relacionados con la elaboración de proyectos de investigación en Atención Primaria (AP), la evaluación de medicamentos valiéndonos de las comparaciones indirectas, las habilidades de comunicación del FAP y las presentaciones eficaces en público. Se completaron con un acercamiento a la clínica en el taller de casos de deprescripción de medicamentos.
La mesa I comenzó con la interesante y esperada iniciativa que, coordinada desde la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, debe ser útil para todo el Sistema Nacional de Salud en la toma de decisiones: la elaboración unificada y cooperativa de Informes de Posicionamiento Terapéutico (IPT). En el debate posterior quedó patente que serán más útiles cuanto más “se mojen”, es decir, cuando lleguen a explicitar claramente el lugar en la terapéutica del fármaco “posicionado”. En esta mesa también se ha marcado el camino para ser más eficientes en la búsqueda y difusión de información farmacoterapéutica, gestionando adecuadamente la revolución imparable en la que estamos inmersos, llamada Internet. Y dado que las nuevas tecnologías ya lo permiten, quedó claro que es hora de avanzar en el diseño de indicadores que relacionen prescripción con datos de la historia clínica electrónica, e ir más en el sentido de monitorizar los procesos y resultados relevantes para los pacientes. Otro tema candente son los nuevos modelos de organización del trabajo del FAP. Una buena solución se ha dado en Granada con la Unidad de de Gestión Clínica de Farmacia en la que el FAP coopera con profesionales de otros ámbitos “de igual a igual”, favoreciendo la unificación de criterios y la tan deseada continuidad asistencial.
La mesa II nos desgranó críticamente el proceso de la medicalización, particularmente significativo en España, y nos ofreció propuestas para su manejo. De inicio se nos despertó el espíritu crítico: ni en las Guías de Práctica Clínica ni, lo que es peor, en la evidencia que las sustenta, es oro todo lo que reluce. Vimos posteriormente que las consecuencias del proceso medicalizador nos llevan desde el etiquetado de personas sanas como enfermas hasta la exposición de la población a riesgos innecesarios, pasando por la desviación de recursos económicos a intervenciones poco eficientes. Para acabar la mesa, nos acercamos a la gestión “micro”, a la clínica, dejando a un lado el farmacocentrismo para conocer mejor el manejo de la deprescripción de casos concretos, centrada en el bienestar de pacientes particulares.
Tuvimos la oportunidad de actualizar nuestros conocimientos en farmacoterapia, a través de la ITV-puesta a punto, en la que se resumieron de un modo ágil aspectos controvertidos sobre el tratamiento de ocho temas de interés en AP.
Como novedad, pudimos participar en unas entretenidas sesiones interactivas (con mandos de “televotación” en manos de los congresistas) de revisión de tratamientos farmacológicos en casos concretos: fue nuestra ITV-Revisión de motores. Estas revisiones pueden marcar el camino a seguir como parte del equipo asistencial, con actividades dirigidas a la mejora del uso de medicamentos en pacientes individuales. Ya la SEFAP tuvo en 2012 la feliz iniciativa de publicar el libro “Elementos básicos del abordaje de la medicación en el paciente crónico; información al paciente, conciliación, revisión y adherencia” que nos dirige en el mismo sentido.
No podemos olvidar la destacada participación de los compañeros que han compartido sus experiencias con nosotros a través de 134 comunicaciones, 18 orales y 116 en formato e-póster. En las dos mesas de comunicaciones orales se expusieron trabajos que muestran la capacidad del FAP para implantar estrategias de intervención que mejoran la eficiencia y seguridad en el uso de la medicación. En ellas ha quedado de manifiesto que estas intervenciones tienen un alcance claramente poblacional, pero en definitiva, favorecen a un gran número de pacientes individuales.
Por todo lo dicho, es evidente que nuestro lema, “De la Gestión a la Clínica”, engloba tanto el grueso de nuestras actividades, así como el enfoque y dirección en el que debemos avanzar. Todo ello nos lleva, al final, al beneficio de pacientes concretos.
Llevamos mucho camino recorrido, pero nos queda aún mucho por recorrer.
Entrada elaborada por Rafael Torres García, presidente del Comité Científico del XVIII Congreso de la SEFAP