Coincidiendo con el 18 aniversario de la fundación de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), la primera mesa del congreso intentó mirar hacia el futuro, poniendo el foco sobre aquellas actividades que han constituido el núcleo central de la actividad del farmacéutico de atención primaria (FAP) desde sus orígenes (la evaluación de medicamentos, la información farmacoterapéutica, el análisis de su utilización) y sobre los nuevos modelos organizativos.
En la primera ponencia, César Hernández, del departamento de Medicamentos de Uso Humano de la AEMPS, dio a conocer cómo se está organizando la elaboración de los informes de posicionamiento terapéutico (IPT). Para ello se han establecido tres niveles de participación: el nivel de coordinación y decisión, con el Grupo de Coordinación de Posicionamiento Terapéutico de Medicamentos (GCPT), compuesto por representantes de la AEMPS, la administración central y de las CCAA; el nivel de elaboración de los informes, con técnicos y profesionales sanitarios de todo el Estado español; y un tercer nivel, en el que se informa a las compañías farmacéuticas, las sociedades científicas y las asociaciones de pacientes.
Según Hernández, los IPT buscan la integración de las diferentes evaluaciones que se hacen de un mismo medicamento, aumentando la eficiencia y evitando la “redundancia”. El objetivo es proporcionar un posicionamiento único (no impositivo) del medicamento evaluado respecto a las alternativas existentes, útil en todo el Sistema Nacional de Salud (SNS) y que sirva como una de las bases para la toma de decisiones en relación con la financiación selectiva y la fijación de precios, así como para la adquisición o promoción del uso racional de los medicamentos implicados.
Todo lo anterior es más que razonable y era esperado por muchos. Sin embargo, y reconociendo que es una iniciativa interesante, nos sumamos a lo sugerido en el debate posterior a esta mesa del congreso, demandando la necesidad de que quede explícito en los IPT el “lugar en la terapéutica” del medicamento evaluado. Solo hace falta seguir el ejemplo y el camino de otros centros de evaluación de medicamentos de las CCAA de reconocido prestigio.
La segunda ponencia corrió a cargo del FAP del Área Nordeste de Granada y autor del blog “Sala de lectura”, Carlos Fernández Oropesa. Bajo el título “Las TIC, aliadas del FAP en la promoción del uso adecuado de los medicamentos”, resaltó la importancia de disponer de información objetiva y actualizada con la que elaborar y difundir recomendaciones a otros profesionales sanitarios. Tildó de auténtica revolución la provocada por la eclosión de Internet, que ha generado una cantidad ingente de información accesible a todo el mundo y que nosotros estamos obligados a gestionar de modo eficiente. La información ya no está en nuestro PC, sino que se encuentra en la “nube,” y el acceso a ella se ha facilitado con el uso de los RSS, los blogs y las redes sociales como Twitter. Con una mínima inversión de tiempo podemos estar al día de las novedades que nos interesen de fuentes previamente seleccionadas (Feedly). Así mismo podemos optimizar el manejo de la información mediante programas de gestión bibliográfica (Mendeley). En cuanto a la difusión de la información hay que tener en cuenta que la red es fundamentalmente “imagen”, no solo texto. Como ejemplo el del NEJM: revista en papel, “online”, blog, Twitter, Facebook y canal en YouTube, todo en uno. Pero el nuevo escenario Web 2.0 también presenta riesgos, como el exceso de información (infoxicación) o una mayor posibilidad de difusión de contenidos sesgados o fraudulentos. La recomendación es que debemos seleccionar fuentes de prestigio, rigurosas e independientes. Como no debe ser de otra forma, el FAP tiene en sus manos el participar de forma relevante en esta gran conversación y liderar el cambio en su ámbito profesional.
La tercera ponencia la expuso Salvador Peiró, Coordinador del Área de Investigación en Servicios de Salud del Centro Superior de Investigación en Salud Pública de la Conselleria de Sanitat de la Generalitat Valenciana. Peiró ha publicado gran variedad de trabajos de investigación sobre la prescripción farmacológica. Bajo el título “Del posicionamiento al análisis de la realidad“ trató de definir hacia dónde deben evolucionar los indicadores de calidad de prescripción y los sistemas de información de farmacia. Si bien, tradicionalmente, en el SNS los indicadores de prescripción han estado muy dirigidos hacia el control del gasto, indicó que actualmente existe la posibilidad de vincular la información de dispensación y prescripción con la de la historia clínica. Con ello, la evolución de los indicadores debería dirigirse hacia la evaluación de resultados relevantes para los pacientes: indicadores que liguen el uso de fármacos con resultados en salud, al menos intermedios (como el control de las cifras tensionales o de la hemoglobina glicosilada) o con los propios efectos adversos de los medicamentos. También los orientados a la sobre o infrautilización de fármacos, con referencia a poblaciones ajustadas por riesgo de enfermedad, principalmente en pacientes crónicos.
En cuanto a la tan manida responsabilidad sobre los indicadores de prescripción entre atención primaria (AP) y atención hospitalaria (AH), Peiró indicó que lo prioritario es conocer la calidad de la atención centrada en el paciente, para posteriormente intervenir en el ámbito que proceda, buscando su mejora.
Por último, en la cuarta ponencia, Esther Espínola, FAP del Distrito Sanitario Granada-Metropolitano, nos expuso su experiencia en la Unidad de Gestión Clínica de Farmacia (UGCF) de Granada, unidad interniveles e intercentros que integra los servicios farmacéuticos de hospitales y distritos de AP de toda la provincia. En ella, los profesionales trabajan según un modelo descentralizado, horizontal y que busca aprovechar el talento de los profesionales. Los FAP siguen manteniendo su dependencia del Distrito de AP y participan en la toma de decisiones del Comité Director de la UGCF. Al igual que el resto de profesionales de la UGCF, y de acuerdo a su capacidad, tienen responsabilidad y liderazgo sobre determinadas líneas estratégicas que se activan en función de los objetivos de la unidad. Por su experiencia, el FAP es el referente y motor cuando se requiere la implantación de estrategias para promover el uso adecuado del medicamento, en este caso, de modo simultáneo en los dos niveles asistenciales. Objetivos concretos han sido la reducción de la proporción de pacientes con potenciales problemas de relacionados con la medicación, el desarrollo de un programa multidisciplinar para la optimización del uso de antimicrobianos basado en el documento de consenso PROA, la estrategia de mejora de la calidad de la selección y adecuación en el uso de los medicamentos o la implantación de receta electrónica.
De este modo la UGCF ha sumado capacidades profesionales y ha unificado criterios y actuaciones, con guías y protocolos compartidos, procurando una mejora de la continuidad asistencial y de la seguridad del paciente y una gestión del conocimiento más eficiente entre sus componentes.
Sin duda una mesa interesante, que marca no ya cómo debe ser parte del futuro del FAP, sino el presente mismo.
Entrada elaborada por Ana Gangoso Fermoso y Rafael Torres García