Conseguir una atención sanitaria más efectiva y eficiente, junto con la mejora del estado de salud y la satisfacción del usuario, debe ser el fin principal de cualquier sistema sanitario. Galicia fue la primera comunidad autónoma en la que se introdujo la figura del farmacéutico de Atención Primaria (FAP) integrado, desde sus inicios, en los equipos multidisciplinares de salud y siendo la sede del XX Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria el eje central no podía ser otro.
Dos años de preparativos, de esfuerzo y de ilusión. Dos años preparando Galicia para recibir como se merecen a profesionales llegados de todos los rincones de España. La misma ilusión y tenacidad con la que durante 20 congresos (sí, 20 años) hemos ido calando y haciendo camino en el Sistema Nacional de Salud. Empezamos el camino con paso firme, con una hoja de ruta que hemos tenido que ir trazando día a día. El destino era, sin saberlo, el lema de nuestro congreso: El farmacéutico en los equipos de salud. La consolidación de un proyecto.
Teníamos muy claro que nuestra conferencia inaugural la impartiría el profesor Carracedo, uno de los mayores expertos a nivel mundial de la medicina genómica. No podíamos haber escogido mejor.
En la primera mesa pusimos de manifiesto cuáles eran los nuevos horizontes para el FAP. El envejecimiento de la población y, consecuentemente, el incremento de pacientes institucionalizados, polimedicados y en situación de deterioro funcional, suponen no sólo un aumento del coste de la atención sanitaria sino también un aumento de los riesgos asociados al uso de medicamentos. La asistencia farmacéutica en los centros socio-sanitarios se ha desarrollado de forma muy dispar en las distintas comunidades autónomas aunque con un denominador común: el farmacéutico como agente garante de la efectividad, seguridad y eficiencia en el uso de medicamentos.
La seguridad del paciente ha cobrado protagonismo en los últimos años tanto para los pacientes y sus familias, que desean sentirse seguros y confiados en los cuidados sanitarios que reciben, como para los gestores y profesionales sanitarios que desean ofrecer una asistencia efectiva, segura y eficiente. Este fue el tema central de la segunda mesa. Los efectos adversos secundarios a la atención sanitaria representan una causa de elevada morbilidad y mortalidad en todos los sistemas sanitarios desarrollados y los costes de la falta de seguridad son inaceptables. La exposición a los medicamentos se asocia a una mortalidad mayor que la de los accidentes de tráfico. Hemos reflexionado sobre el papel del FAP promoviendo y desarrollando la cultura de la seguridad del paciente mediante programas de revisión sistemática de la medicación y conciliación.
En la tercera mesa asistimos a un interesante debate sobre ética y derecho, los principales sistemas normativos que rigen toda sociedad. La asistencia sanitaria plantea cada vez más problemas que no están totalmente relacionados con la vertiente técnica, sino con el complejo mundo de los valores éticos de sus protagonistas: los pacientes y sus cuidadores, los profesionales de la sanidad, la institución y la sociedad española actual. La innovación tecnológica y también los cambios sociales nos obligan a todos a replantearnos los viejos esquemas en los que todo estaba claro y preestablecido. Hemos deliberado sobre la medicalización al final de la vida, la diferencia entre decisiones informadas y consentimientos firmados, la publicidad directa al paciente de los medicamentos de prescripción y sobre la responsabilidad ética que tenemos en lo referente a nuestra competencia profesional.
En la cuarta mesa pudimos ver como en la atención a la cronicidad hay que integrar además los cuidados al envejecimiento y la dependencia. El sistema sanitario debe potenciar claramente la atención primaria, donde hay figuras profesionales que se han reforzado y han surgido otras nuevas como el farmacéutico de AP. Éste debe trabajar en equipos mutidisciplinares y su papel debe centrarse en garantizar la revisión sistemática de la medicación, la mejora de la adherencia y la conciliación y facilitar la coordinación entre profesionales y niveles asistenciales. Además debe potenciarse su figura para generar recomendaciones de mejora del uso de los medicamentos, facilitar la transferencia de la evidencia científica a la práctica clínica y colaborar en la definición de instrumentos de ayuda a la decisión. Adicionalmente debe trabajar en colaboración con los farmacéuticos de hospital y de farmacia comunitaria. Deben ser farmacéuticos con alma, basándose en honestidad, humildad, hechos y humor.
El FAP debe contribuir a que los pacientes estén mejor formados, informados y tengan mayor apoyo emocional ya que así usan de forma más adecuada los servicios sanitarios, reconocen mejor los síntomas para poder actuar, siguen mejor los tratamientos y consejos.
El profesor Puig-Junoy puso el broche final con su visión de la política farmacéutica: de factor de ajuste a factor de sostenibilidad.
Y qué decir de nuestros compañeros, nunca en los 20 años de historia de los congresos de nuestra sociedad se habían presentado tantas comunicaciones, fruto de una inquietud investigadora y sobre todo, de la necesidad de buscar respuestas a tantos aspectos que quedan por descubrir y compartir. Compañeros llegados también de la farmacia comunitaria y farmacia hospitalaria, como no podía ser de otra manera.
El farmacéutico en los equipos de salud. La consolidación de un proyecto, ya es algo más que un lema en la historia de los congresos de nuestra sociedad; es un hecho. Estamos plenamente integrados en el equipo de salud como uno más, junto con nuestros compañeros médicos, enfermeros, trabajadores sociales, pediatras… Participamos activamente en la cartera de servicios de los centros y en la implantación de programas de seguridad o de certificación de la calidad; lideramos proyectos de investigación en los que participan médicos, enfemeros y también residentes. Tenemos plenamente implantados los programas de revisión de pacientes polimedicados y de conciliación al alta hospitalaria entre otros. El acceso a la historia clínica compartida entre Atención Primaria y hospital, que incluye la atención médica, farmacéutica y la social, junto con una dinámica de trabajo que permite la citación de pacientes, son elementos fundamentales para nosotros. Estos logros han sido fruto del largo recorrido de esta profesión y en este momento, una vez consolidada, mira al futuro más próximo con optimismo porque los nuevos profesionales que se incorporen dispondrán de una formación adecuada marcada en la nueva especialidad. Un futuro cargado de ilusiones y expectativas que afrontaremos manteniendo la identidad propia de la Atención Primaria.
Entrada elaborada por los Comités Científico y Organizador del 20 Congreso de SEFAP