Hoy en día los pacientes disponen de múltiples fuentes de información de medicamentos, pero no todas ellas son de calidad y fiables. Tradicionalmente la información escrita de medicamentos para pacientes ha sido el prospecto. Sin embargo, está pensado como un documento de carácter legal y no para responder a las necesidades de información de la ciudadanía. La utilización de internet como fuente de información es un fenómeno creciente. Los médicos y farmacéuticos continúan siendo los recursos de consulta que más se utilizan. Ahora bien, según los resultados de una encuesta realizada en 2016 por el observatorio nacional de telecomunicaciones y sistemas de la información, el 60% de las búsquedas se realizan en la red.
Con el objetivo de ofrecer a los pacientes información de calidad, desde las administraciones públicas se ha potenciado la puesta en marcha de diversas estrategias on-line dónde encontrar información de medicamentos independiente y basada en la evidencia. Algunas de estas se han desarrollado desde Centros de Información de Medicamentos de las Consejerías de Sanidad como por ejemplo i-Botika o Canal Medicaments i Farmàcia. Sin embargo, también se han implementado desde otros ámbitos como sociedades científicas con las Hojas de información al paciente del Grupo de Farmacia Oncológica de la SEFH (GEDEFO) o las llevadas a cabo por el grupo de trabajo de información a pacientes de la SEFAP.
A día de hoy sabemos que la información farmacoterapéutica dirigida a la ciudadanía cuando está bien escrita, no está sesgada, es fiable, fácilmente comprensible y además de ser práctica tiene la capacidad de incrementar el conocimiento y la comprensión de la ciudadanía sobre los medicamentos y ha demostrado ayudar a los pacientes a (Raynor. DTB 2018):
- Mejorar la alfabetización farmacoterapéutica.
- Utilizar los medicamentos de forma eficaz y segura.
- Tomar decisiones informadas sobre los medicamentos y tratamientos.
Teniendo en cuenta esto, es fundamental disponer de estrategias que nos permitan evaluar y mejorar la calidad de la información que estamos proporcionando. Pero, ¿Qué sabemos a día de hoy?
Por una parte, en el desarrollo de información para los pacientes parece importante la validación por el usuario final. Este método, desarrollado en los 90 por el profesor David Sless en Australia, se trata de un proceso específico que permite valorar si los usuarios pueden encontrar y entender la información de forma efectiva. La investigación en este campo indica que la utilización de la validación con el usuario final contribuye ampliamente en la mejora de la calidad del documento final.
Disponemos de distintos instrumentos que nos permiten calcular la legibilidad de un texto como la fórmula Fry, la SMOG o la Flesch-Kinkaid. Éstos se han desarrollado principalmente en inglés, pero algunas de ellos se han adaptado al castellano. Estas herramientas se basan fundamentalmente en calcular la longitud de las palabras y las frases, pero no tienen en cuenta otros factores que pueden contribuir en facilitar la lectura, como la estructura o el diseño. Además, tampoco proporcionan información sobre la fiabilidad. Por este motivo, en caso de que sea necesaria su utilización, se recomienda hacerlo junto con otros instrumentos que tengan capacidad de evaluar específicamente la calidad o la accesibilidad.
En relación con la evaluación de la calidad de la información se abren dos caminos para hacerlo: uno de informal y otro de formal. Los métodos informales se basan principalmente en la autoevaluación con el desarrollo de checklists, procesos y políticas de trabajo basadas en las buenas prácticas y en las necesidades y prioridades de cada entidad que elabora la información. Los métodos formales utilizan criterios y/o herramientas desarrolladas por una organización acreditada. Actualmente se dispone de muchas opciones como SAM, PEMAT, BALD, IDAPS, MIDAS, CIRF, ELF, DISCERN, EQIP, etc. Algunas de estas herramientas, como MIDAS, CIRF y ELF se han creado específicamente para evaluar los prospectos, mientras que otras herramientas como JAMA Benchmark, Web Médica Acreditada o Health on The Net valoran la calidad de la información de salud cuando ésta es on-line.
Nuestro estudio muestra que ambas herramientas están validadas y son ampliamente utilizadas en la evaluación de la idoneidad y la calidad de la información médica dirigida a la ciudadanía. Estos instrumentos valoran aspectos como el objetivo, la relevancia, la precisión, la actualización, los efectos en la calidad de vida y las opciones terapéuticas. EQIP, además, valora también el lenguaje empleado, la presentación y el diseño.
Aunque estas herramientas no son una solución única para ofrecer una información de calidad y adaptada a las necesidades de los pacientes, sí que contribuyen positivamente en la autoevaluación y la mejora continua de la calidad del procedimiento de elaboración del contenido.
Entrada elaborada por Laura Diego y Laia Robert Sabaté. Farmacéuticas. Centro de Información de Medicamentos de Catalunya. La publicación de esta entrada se ha realizado con carácter personal y no tiene por qué representar la posición de la organización en la que desarrollan su actividad profesional.